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¿
N
o son las zonas de
juegos unos lugares
curiosos?
Por una parte
queremos que sean tan seguras como
sea posible para evitar accidentes
graves. Por la otra, queremos que
nuestros niños sientan que cada
actividad es un reto, porque sabemos
que eso les estimula física, social,
cognitiva y emocionalmente y les
ayuda a formar su autoestima. Como
adultos, tenemos que encontrar el
equilibrio entre llevarles de la mano
y dejarles ir solos. Estudios recientes
muestran que dejarles ir por libre es
crucial si queremos que nuestros hijos
se beneficien de verdad de las ventajas
del juego libre.
Ayudar a los niños
no ayudando
Cuando un adulto emite un aviso o
incluso una instrucción a un niño,
aumenta en gran medida el riesgo
de accidente porque el niño pierde
concentración. Obviamente, los adultos
deberían guiar a los niños cuando
sea necesario, pero solo se deberían
dar instrucciones cuando el niño las
necesite, no cada vez que al adulto le
apetezca.
La emoción de un riesgo
El resultado más impactante del
informe es que normalmente los
niños son perfectamente capaces
de valorar un riesgo por sí mismos.
No se embarcan conscientemente
en actividades de juego que puedan
provocar daños graves. Una zona de
juegos, por lo tanto, debería animar a
los niños a afrontar riesgos calculados
y retarles a traspasar las barreras,
aprender nuevas habilidades y sentir
la emoción de tomar una decisión
valiente. Por ello es crucial que las
zonas de juegos se planifiquen de
acuerdo con la edad y las habilidades
de los niños, de modo que no se vean
tentados a buscar sus emociones fuera
de la zona de juegos, donde los riesgos
pueden convertirse en peligros.
Zonas de juegos   
y valoración de riesgos
Los descubrimientos que aquí se
describen se ven confirmados por un
informe documentado en profundidad
por el profesor David J. Ball de la
Universidad de Middlesex, en
Inglaterra: Zonas de juegos: riesgos,
beneficios y opciones. Una de sus
afirmaciones más importantes es que
la valoración de riesgos nace de correr
¿Un peligro o un riesgo
saludable?
riesgos. Cuantos más riesgos se les
deja asumir a los niños, mejores serán
para valorar los desafíos que se
encuentren en el futuro. Por lo tanto, los
adultos no deberían estar tan
centrados en los riesgos del juego
como para olvidar el objetivo principal
de una zona de juegos, que es dejar
que los niños jueguen libremente y por
lo tanto desarrollen un buen sentido
del riesgo. Ocurren muchos más
accidentes fuera de los parques
infantiles, por ejemplo en actividades
deportivas y en los patios de las
escuelas, que dentro de las zonas de
juego. Así que dejemos que los niños
jueguen tan libremente como puedan
en lugares atractivos, que les planteen
desafíos pero sean seguros y estimulen
su desarrollo. Y practiquemos el
soltarles de la mano.
El factor divertido de asumir riesgos.
ZONAS DE JUEGOS